Y en esa historia ya no eres la víctima.
Eres la protagonista.
Eres la mujer que aprende de su dolor y lo transforma.
La que no se conforma con su situación actual y está en busca de algo más.
La que quiere conocerse más y escuchar su voz interna.
La que entiende que para ser feliz y tener el control de su vida debe ponerse, por primera vez, como prioridad.
Pero que sabe que para lograrlo necesita ayuda y la sabe pedir.
